DON PRUDENCIO MIRA , EMPRESARIO Y TRABAJADOR Y FORJADOR DE UNA ZAGA HELADERA EN MALAGA
Su pasión era su trabajo. ¿Su obsesión? Mantener la máxima calidad del producto a pesar del fuerte encarecimiento de la materia prima sufrido en los últimos años. Así era Prudente Mira. El empresario, miembro de una de las familias de heladeros más importantes de Málaga, falleció el domingo a los 81 años de edad víctima de una larga enfermedad. El que fuera propitetario del establecimiento de calle Larios deja el negocio en manos de sus dos hijos Andrés e Ignacio, que aseguran que se esforzarán al máximo por continuar con la forma de trabajo de su padre. Una fórmula maestra basada en el mimo al cliente y una estrecha relación con cada uno de sus empleados que ha hecho de Casa Mira todo un referente, parada imprescindible para disfrutar, entre otros, de un buen helado de turrón.
El favorito de Prudente, sin embargo, era otro: el de mantecado. Amante de los deportes (practicó golf y tenis hasta que su estado de salud se lo permitió), estudió Derecho aunque nunca llegó a ejercer de abogado, como explica su hijo Andrés. El repentino fallecimiento de su padre (quien abrió la heladería en 1941), antes de cumplir los 60 años, le obligó a tomar las riendas del negocio, donde desde muy joven hacía prácticas cada verano. "Los acontecimientos hicieron que tuviera que convertirse en empresario muy pronto, con veintitantos años", cuenta Andrés Mira, quien lo describe como un hombre "francamente humilde, trabajador incansable -intentaba venir cada semana hasta en silla de ruedas- y volcado en su familia: su mujer, dos hijos y tres nietos a los que adoraba.
Casi tanto como a su otra gran familia. La de Casa Mira. Su segunda casa. Un negocio que era "todo" para él y en el que no dejaba de introducir novedades. ¿Su último capricho? Regalar barquillos envueltos en papel de seda para las horchatas, como los que se hacían antiguamente. Precisamente ese buen hacer y esa preocupación por su clientela son las bazas que han permitido que esta empresa familiar sea testigo en primera persona de la evolución que ha experimentado calle Larios en estas últimas décadas, en la que Casa Mira ha conseguido resistir el ambiste de las franquicias (que ha arruinado al pequeño comercio) gracias a la calidad de sus especialidades artesanas.
Que Prudente Mira era un empresario querido quedó patente ayer en su funeral, al que acudieron además de sus familiares muchos de sus antiguos empleados a despedirse de "una gran persona que ha luchado mucho por su empresa y por mantener la tradición de Málaga", recalca Andrés.
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