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lunes, 10 de agosto de 2015

"JOSÉ DOMINGUEZ," GUITARRERO UNIVERSAL





Tenía el taller en la calle Muro de San Julián, desde que entraron "los nacionales" (como decía él).
Su padre, Francisco Dominguez Valderrama fue alumno y luego sucesor de Antonio de Lorca Ramírez (Málaga 1890-1910), el último guitarrero de los Lorca, conocidos por ser los mejores constructores de guitarras de finales del siglo XIX, en Málaga.
Se dice de Lorca, que debido al auge económico en el que se encontraba, se dedicó al coleccionismo de guitarra de otros autores, descuidando la fabricación de su propio sello y que aún en la decadencia a que había sido abocado, se encuentran magníficas guitarras, salidas de las manos de Francisco Domínguez Valderrama, verdadero continuador de la saga de los Lorca.
En el año 1923, el hijo de Lorca quiso quitar el taller y Francisco Dominguez Valderrama se estableció en Arco de la Cabeza, hasta que en 1938, se instaló definitivamente en el Muro de San Julián con su hijo JOSÉ DOMINGUEZ.
José Dominguez (Pepe, para los amigos y compadre para mi), se hizo cargo del taller, de apenas quince metros cuadrados lo que no era óbice para que salieran de allí guitarras para Estados Unidos, Inglaterra, Brasil, Japón, Suiza, Bélgica, Holanda, Francia, Austria y un largo etc...
También se quedaron en Málaga muchas guitarras construidas por él, en casas como los Temboury, Eugenio Chicano, el pintor Bernabé Fernández Canivell, el doctor Díaz Recio...
Trabajaba la guitarra con maderas nobles y perfectamente seca y natural, de años (en ningún momento utilizó madera secada artificialmente).
Un día, apareció por allí Alejandro Heredia a comprar una guitarra y la magia le atrapó, quedándose desde entonces en el taller a aprender y como ayudante del maestro... Fantástico Alejandro, doy fe.
De la calidad humana de José Dominguez, os pueden contar los numerosos amigos que pasaron por su taller y disfrutaron de las veladas y tertulias que en el se celebraron.
Los profesores de los Conservatorios de Música, primero María Cristina ubicado en la Plaza de San Francisco, y después el Conservatorio Superior en el Ejido (Málaga), solían reunirse por las tardes, cuando terminaban las clases en ese pequeño rinconcito que Pepe convertía en grande, con su forma de ser acogedora y entrañable.
He querido hacerle un pequeño homenaje a este gran artista y mejor persona, que ya hace tiempo que nos dejó, pero que permanecerá siempre en nuestro corazón y nuestro recuerdo.